Escribiré algo para ti.
Sin temor y sin pensar.
Un poema que no rima,
porque tú eres así.
(¿O esa era yo?)
Siempre caminaste bordeando el mar.
En cambio, yo navegaba a la deriva.
Me perdí en el verde y creí nunca encontrarme.
(Pero tú fuiste mi guía)
No tuve que ver el incendio
para entender que quemas al mundo.
No necesito tu sonrisa
para saber que eres especial.
(O mejor aún: rara.)
Nueve veces te has caído,
pero diez te has levantado.
Puede que un poco más.
(¿Cuántas de ellas has peleado?)
Diecisiete en total.
¿Qué te puedo decir?
Palabras vanas y vacías,
Pues finalmente, lo sabías
y lo vas a hacer sangrar.
(Consíderalo promesa)
Diecisiete metros más
crecerá la enredadera
entintando a los demás.
(Cambiaste tu mundo y el mío,
quizás no vayas tan mal)
No puedo huir de tus rendijas.
Siempre fui muy evidente;
quizás mañana no me veas
o no me halles al volverte.
(Pero no te preocupes.
Para mi, ya eres eterna)